Horácio pastorea sus ovejas en la aldea de Santa Margarida da Serra, en el Alentejo portugués. |
Lisboa - 12 Abril 2020 - 12:57
«Hace no mucho, el presidente luso dijo que Portugal era la Suecia del Sur. Aunque entonces, el popular Marcelo Rebelo de Sousa se refería a los logros diplomáticos del país, bien podría extenderse hoy a la lucha contra el coronavirus. Portugal capea la pandemia con la mitad de muertes que Suecia por millón de habitantes. Aunque el mundo siga boquiabierto mirando al Norte, británicos, suizos, holandeses o alemanes podrían aprender alguna cosa del sureño y latino Portugal, donde el coronavirus avanza bajo control.
Él no lo sabe, pero el corderillo del que aún cuelga el cordón umbilical ha nacido con estrella. Gracias a estos tiempos de calamidad no acabará la Pascua en algún asador castellano. “Esta mañana ha parido”, confirma el pastor Horacio. Apenas puede mantenerse en pie junto a los otros corderillos, unos días más viejos que él, todos indultados por el coronavirus. “Ahora es el bicho ese y no hay demanda, mañana la sequía y no habrá pasto; en 10 años aquí no queda nada ni nadie”. Horacio pastorea las ovejas en una aldea del Alentejo, una región del tamaño de Cataluña donde el coronavirus no ha conseguido matar. Un caso excepcional dentro del ejemplo ya excepcional que es Portugal.
El 2 de marzo se descubrieron los dos primeros positivos en Portugal, prácticamente el último país infectado de la Europa occidental, y por importaciones de Italia y España. Aunque la autoridad sanitaria lo consideraba días antes una “gripe fuerte”, las previsiones más pesimistas contaban con un millón de contagiados, la décima parte del país. Cuarenta días después apenas hay 16.000 casos y 470 muertes. En una guerra sin acabar, los sanitarios portugueses renuncian a colgarse medallas. “No somos mejores que los italianos o los españoles”, asegura el neumólogo Filipe Froes. “Nos encontramos en fases diferentes. Vamos tres semanas por detrás de Italia y una o dos por detrás de España. Es pronto para evaluar a Portugal”.
De momento, los datos lusos son mucho más halagüeños que los de Francia, Reino Unido, Alemania, Países Bajos, Bélgica o Suiza, estereotipos de la supuesta eficacia, disciplina y racionalidad del norte de Europa.
“Todos los países aplicamos las mismas medidas, pero nosotros tuvimos más tiempo para prepararlas”, asegura Froes. “En el inicio, la actividad del virus fue más brusca en Italia y España, actuando en más focos geográficos y en instituciones sensibles, como hospitales y hogares de ancianos”.
El 13 de marzo, el primer ministro, António Costa, decretó el estado de alerta y el cierre de los colegios. Fue a la vez que en España, con la diferencia de que esta sumaba 6.000 contagios y 132 muertos y Portugal apenas 112 positivos, ninguno mortal. Ese mismo día había sido detectado el primer caso de contagio local, un dato clave para frenar la expansión del virus, según la epidemióloga Inês Fronteira. Del primer caso importado al primero entre locales habían pasado 11 días, a diferencia de Italia y España, que tardaron 23 y 28 días, respectivamente, en localizarlos. El estudio de la profesora de Salud Pública de la Universidad Nova de Lisboa señala que la reproducción del virus en Portugal en los 25 primeros días de epidemia fue por eso la más baja de Europa, incluso inferior a las cifras de Corea del Sur y China.
Pese a la cautela de los expertos portugueses, desde hace una semana los contagios se duplican cada ocho o nueve días. “Es verdad”, reconoce el neumólogo Froe, “que en la fase de desarrollo del contagio activamos la red de cuidados primarios; con ello conseguimos una respuesta domiciliaria al paciente para seguir el tratamiento en casa y de rebote una mejor respuesta al enfermo grave en los hospitales”. Hoy, el 82% de los contagiados sigue recuperación domiciliaria.
Los hospitales están lejos de la saturación y los de campaña ni se han estrenado. João Mota, el jefe de protección civil de Grándola, ha reconvertido el recinto ferial en un hospital provisional. “De momento, no hace falta [hay 4 casos en la villa], pero está preparado para que otros hospitales desvíen aquí pacientes con enfermedades no contagiosas”. Los 233 internos en las UCI del país tocan a seis ventiladores por cabeza y en esta semana llegarán otros tantos para completar un parque nacional de 3.000 aparatos.»
Já lá irão alguns anos que um então assíduo leitor de Leoninamente, contestou com veemência em comentário, um chavão que por aqui terei deixado de que "de Espanha, nem bom ventos, nem bons casamentos", alicerçando a sua opinião no facto de ter escolhido uma mulher espanhola como companheira de uma vida longa e feliz.
Hoje, ao ler o artigo que Javier Martin Del Barrio enviou de Lisboa para o jornal El País, que logo o publicou e que ousei 'replicar' acima, lembrei-me desse comentário, segredando para com os meus botões que, afinal, muita coisa boa nos pode chegar de Espanha...
Quando dos nossos vizinhos espanhóis, nos podiam chegar ecos dos receios de podermos constituir para eles, pela vizinhança, mais um factor de acréscimo dos colossais riscos com que no momento se vêm confrontados, chegam-nos afinal notícias de que estaremos a ser, para eles, o exemplo a seguir...
"Suecos do Sul" nunca o seremos! O nosso "sangue latino" que orgulhosamente nos corre nas veias, jamais o permitirá! Porém, aquilo que como povo e em momento tão difícil estaremos a fazer, começa a convencer muita gente que afinal, já não seremos, hoje por hoje, aquele povo que "nem se governava, nem se deixava governar"!...
E será na certeza de que havemos de vencer, que cantaremos, como Jorge Palma nos segredou, cada vez mais estimulados e seguros...
"A gente vai continuar"!...
Leoninamente,
Até à próxima
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